jueves, 19 de diciembre de 2013

Eduard Strelstov, o el Pele Ruso

La historia negra de Rusia alcanzó su culmen con la llegada de Stallin al poder. Un líder comunista que mantuvo en vilo al país soviético durante casi dos décadas. Los rusos, aterrados por esta situación, se veían en la obligación de emigrar a países cercanos con el objetivo de abandonar una nación que estuvo incluso cerca de la desaparición. En 1937, en Perovo, en plena transición de Stallin, nacía Eduard Strelstov, que vivió de primera mano el abandono de su padre por la guerra y que tuvo que trabajar y ayudar a su madre en una pequeña fábrica del sector metalúrgico.



Strelstov buscaba la manera de olvidar la delicada situación rusa, y por ello, se apuntó al equipo de fútbol de la fábrica principalmente porque su madre quería ver en él una persona robusta, fornida y que no se achantara ante posibles ataques o bombardeos del ejército. Para bien, se convirtió en la principal estrella -A primera vista se puede considerar una simple casualidad porque era un equipo de gente muy débil, pero no lo era- del club y comenzó a llamar la atención de distintos extraños que aprovechaban su escaso tiempo libre para ir a ver partidos amateurs. Strelstov, hincha fiel del Spartak desde pequeño (Fuentes cercanas llegaron a asegurar que se iba a ver los partidos del Spartak a casa de un vecino, bueno, a escucharlos por la radio) disputó un amistoso ante el Torpedo de Moscú, uno de los máximos rivales del Spartak. La exhibición fue de tal calibre que Vasilly Provonov, técnico del Torpedo, no dudo dos veces en ficharlo para sus filas. Y eso que antes de ser contratado, Strelstov había declarado que era hincha del Spartak, por lo que la contratación tuvo sus complicaciones.

En muy poco tiempo, Strelstov se convirtió en uno de los jugadores más prometedores de un fútbol ruso que vivía de primera mano los amaños y las suciedades del fútbol de la época. Mientras, en el interior del país, se desataba una lucha entre capitalistas y comunistas por la lucha de la hegemonía del territorio.

El caso es que Strelstov debuta con 16 años debuta con el Torpedo. Su primera temporada en el club no fue del todo óptima, y esa decisión comenzó a preocupar a varios aficionados nazis del club, que criticaban a Strelstov de rendir a bajo rendimiento por ser considerado hincha del Spartak, equipo con ideologías distintas a las del Torpedo.

Lo que parecía un jugador más del montón se contrastó con una temporada maravillosa. A sus 17 años, Strelstov anotó 15 goles en Rusia con el Torpedo, lo que le valió para que la selección Soviética lo convocara en 1956 para disputar un amistoso ante Suecia. Anotó dos goles y en el siguiente encuentro, anotó un hat-trick, todo esto con 19 años. Se avecinaba una de las estrellas más importantes de la historia del fútbol ruso. Strelstov no sólo era un fijo en las convocatorias de la Unión Soviética, sino que se convirtió en un absoluto líder que consiguió aliviar a numerosos aficionados del Torpedo, acostumbrados a morir en el campo del batalla por sus ideologías radicales.

Strelstov viajó como estrella del equipo a los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956. Era una cita importante para él, ya que podría ser una oportunidad idónea para saltar a la fama de manera definitiva. Strelstov no defraudó, y formó una pareja demoledora junto a su compañero de equipo, Valentin Ivanov, otra de las estrellas del Torpedo de la época. Lo desafortunado -Y contraproducente- de aquella cita fue, que cuando Rusia llegó a la final del torneo, Ivanov recayó lesionado. Para sorpresa, Strelstov, que era favorito para coronarse como el líder absoluto del fútbol ruso a sus 19 años, no jugó el partido porque el entrenador de la Unión Soviética sólo jugaba en la delantera con dos jugadores del mismo equipo. Para colmo, Strelstov se quedó sin medalla a pesar de que la URSS se adjudicó el oro en una final memorable. En aquella época, sólo había medallas para los jugadores que habían disputado el partido, y como Strelstov no estuvo, no recibió su reconocimiento. Nikita Smonyan, integrante de aquella selección, en un acto de honestidad, le quiso dar su medalla a Strelstov, alegando que la URSS no habría llegado a la final sin él en el campo. Ante el asombro de todos, Strelstov rechazó la medalla, dejando una frase para la historia 'No necesito la medallas, ganaré muchos títulos en el futuro'


La vida proseguía sonriendo en Rusia a Strelstov, que continuaba aglutinando unos números escandalosos en la Liga Soviética. Tal fue su superioridad que comenzó a entrar en las listas finales para ganar el Balón de Oro. Durante dos años consecutivos Strelstov se quedó a las puertas de ser el primer jugador Soviético de la historia que conseguía este galardón, y eso que todavía no superaba los veinte años. No todo eran alegrías para Strelstov, que se tuvo que someter a la presión del Kremlin, en donde no gustaba que el jugador ruso estuviera en un equipo de la débil entidad del Torpedo, y sí en un equipo como el CSKA o el Spartak, equipo que como ya hemos comentado en estas líneas, era hincha Strelstov. Le propusieron diversos equipos más cercanos al régimen. Se decía que en Rusia, los equipos más cercanos al régimen eran los que mejores jugadores poseían en sus clubes. Y así era, Dynamo, CSKA o Spartak son los ejemplos más conocidos. Los intentos del Kremlin fracasaron por completo, y fue entonces cuando una leyenda del fútbol Soviético como Lev Yashin lo intentó convencer para que dejara el Torpedo, pero Strelstov seguía fiel a su postura inicial: Acabaría su carrera como la empezó, jugando en el equipo que le dio la oportunidad de saltar a la fama, obviamente el Torpedo.

Yashin Streltsov
Strelstov y Yahin, en 1956.


Strelstov no sabía que esta decisión iba a ser la primera de los muchos problemas que se le iban a avecinar. s sabido que el gobierno soviético, sobre todo en esos años de posguerra, era presa de un absurdo pánico conspiranoico que veía problemas y amenazas en cualquier lado. Así, al Partido no le gustaba nada el peinado innovador de Streltsov, ni que fuera tan bello ni tan 'ligón'. Había desafiado al Gobierno al rechazar a los mejores equipos del país, y encima, se llegaba a rumorear que cuando la URSS jugaba fuera de casa o el Torpedo de Moscú salía del país, se quejaba de que había que volver a un país que no respetaba sus ideales.

Como hemos dicho, Strelstov era un jugador que causaba furor en la grada femenina Soviética, acostumbrada a heredar mujeres con gen seductor y ambición de chicos fuertes y guapos, como lo era Strelstov. Strelstov tuvo un lío con una muchacha de 16 años, Stevlana Fursteva. El problema aumentó en decibelios cuando Strelstov se enteró que la madre de la chica,  Ekaterina, era una de las mujeres con más poderes de toda la URSS.

No en vano, fue la primera mujer que accedió al Politburó (el Comité Ejecutivo del Partido Comunista de la Unión Soviética) y era muy cercana al presidente Nikita Khrushev. En una fiesta oficial en la que se celebraba el oro de Melbourne, Ekaterina Furtseva abordó a Streltsov y le conminó a que se casara con su hija. El delantero, jugándose el tipo, le dijo que eso no sería posible, porque ya estaba prometido a otra mujer. Pero lo que realmente le dolió a Furtseva fue el escuchar, más tarde y en la misma fiesta, a Streltsov mofarse de su hija: “Nunca me casaré con ese mono” o “Prefiero que me ahorquen antes de casarme con esa chica” fueron las dos frases que se dice que Furtseva oyó. Y eso no iba a quedar así.

Las consecuencias no tardaron en producirse. Tras un partido de preparación para el Mundial de Suecia en 1958, Strelstov y varios compañeros suyos fueron invitados a una fiesta en una dacha (Una especie de casa de Campo en Rusia)  en la que había una rotunda abundancia de alcohol. Aparece entonces Marina Lebedeva, una mujer rusa que era amiga de Ekaterina y que asistía a la fiesta para intentar desestabilizar por completo a Strelstov, que ya estaba casado y que se encontraba en el momento dulce de su carrera como futbolista. A la mañana siguiente de la fiesta, Strelstov y varios amigos suyos fueron detenidos por presunta violación a dicha mujer, que presentó la denuncia en la misma noche de la fiesta.

Hay fuentes cercanas que llegan a asegurar que a Strelstov se le prometió con poder disputar el Mundial de 1958 si se declaraba culpable. Obviamente, él no iba a confesar por un delito que no había cometido, llegando a escribir una carta a su madre declarándose inocente. La federación Soviética intentó tomar cartas en el asunto, pero tras sus reclamaciones, la guardia nacional les explicó que las decisiones venían de arriba, y que no se podía hacer nada. Ante esta delicada situación, Strelstov accedió a las manipulaciones del Gobierno y se declaró culpable. Para colmo, la promesa del Mundial de 1958 se quedó en nada y Strelstov perdió a su mujer, que estaba embarazada y fue condenado a doce años en el Gulag, un campo de trabajos forzados en Siberia.

En una publicación de la prensa, analizando el fútbol actual durante el Mundial de Suecia, había unas líneas que decían lo siguiente 'Actualmente hay dos equipos muy mermados en el fútbol. Inglaterra, por el Manchester United,  en la catástrofe de Múnich y la Unión Soviética, que no puede contar con Strelstov'

A pesar de la sentencia, Strelstov solo cumplió cinco años de destierro en Siberia, y a los siete años de la condena ya pudo volver a jugar. Strelstov había perdido físico y velocidad, pero su calidad continuaba intacta. Tal fue así que el Torpedo volvió con él a lo más alto en el Fútbol Soviético, consiguiendo un histórico doblete al ganar la Liga y Copa. Strelstov volvía a lo más alto en el fútbol, al ser nombrado durante dos años consecutivos mejor futbolista Soviético del año y volver a estar nominado a optar al Balón de Oro. Sorprendentemente, en 1970, Strelstov anuncia su retirada del fútbol.

Tras colgar las botas, Strelstov continuó vinculado al Torpedo, realizando las labores de entrenador y coordinando algunos aspectos en la secretaría técnica del club. Lamentablemente, diez años después de colgar las botas, Strelstov sufre un cáncer de garganta que le lleva por delante. No antes de morir, confesó a su mujer que el nunca había violado a nadie y que el Gobierno le había amenazado con matar a toda su familia si no confesaba. Una historia que prometía tener un final feliz y que terminó en un puro drama para la familia de Strelstov.

Siete años después de su muerte, una mujer dejó flores en la tumba del ex futbolista Soviético. ¿Sabéis de quién se trataba?  Era Marina Lebedeva, la misma que cuarenta años antes la había acusado de violación. Fue como un desafío al antiguo régimen Soviético, destapando al completo las manipulaciones del Gobierno para velar por sus intereses.

En 1992, se produjo un acontecimiento muy importante en la historia del fútbol ruso. El Torpedo Moscow se enfrentaría al Manchester United en la Copa de la UEFA. Un partido que unió en parte a aficionados ingleses y rusos, debido a que ambos se habían visto perjudicados antes del Mundial de Suecia en 1958. Unos por la muerte de los integrantes de la plantilla del Manchester United en el fatídico vuelo hacia Múnich, y Soviéticos -Ya se había demolido el sistema comunista y ejercían con el nombre oficial de Rusos- por la manipulación que llevó al Gulag durante cinco años a Strelstov. El Torpedo, plagado de jóvenes eliminó al Manchester United de Ferguson en el que destacaba la figura de un joven llamado Giggs. Tras esta heroica victoria, el Torpedo caería eliminado del torneo a manos del Real Madrid, por un contundente 5-2 en el Bernabéu.

Pasaron los años y los reconocimientos a Strelstov no cesaban. El Torpedo hizo factible cambiar el nombre de su estadio, que comenzó a llamarse 'Stadium Eduard Strelstov de Moscow'. Finalmente, y tras ser destapados varios archivo de manipulación hacia el jugador, la Federación le otorgó de manera póstuma la medalla que le acreditaba como campeón de los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956, quizás su mejor torneo a nivel mundial. La historia de un jugador que no pudo triunfar debido a la política.

NOTA: En este texto he sacado información de diversos lugares, como del 'Blog 20 minutos' y de 'Fútbol contra el Enemigo' de Simon Kuper.

No hay comentarios:

Publicar un comentario